Se trata, según sus impulsores, de una investigación pionera sobre termografía que ha descubierto nuevas aplicaciones de esta sugerente técnica. La termografía está basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.
El principal descubrimiento de este estudio es que ante situaciones en las que alguien realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre determinados hechos) se producen cambios térmicos faciales. Así, cuando alguien miente sobre sus sentimientos, se activa en el cerebro una estructura denominada "ínsula" que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados "cualias"), pero no se activa cuando no los hay.
"La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa", explican.
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