Stephen Slevin "EL GUANTÁNAMO" es 15 millones y medio de dólares más
rico y 22 meses de vida más pobre. El dinero es lo que ha recibido por haber
soportado que su salud mental se deteriorara sin que él pudiera hacer nada; por
haber visto crecer hongos en su propia piel con igual impotencia; por
haber tenido que arrancarse él mismo una muela después de que se le negara el
acceso al dentista.
Y el tiempo, esos 22 meses, es lo que pasó tan vejado y
olvidado en una celda pequeña y solitaria en una prisión de Nuevo México
(Estados Unidos), a manos de unas autoridades que le negaron el derecho a un
juicio justo.
El suplicio de Slevin empezó en 2005, cuando fue detenido
por conducir bajo la influencia del alcohol y por haber robado un coche que él
mantiene que en realidad le había prestado un amigo. Pero nunca pudo
explicárselo a un juez: sencillamente se quedó solo en la celda mes tras mes,
escribiendo cartas en las que suplicaba ayuda. Las fotos muestran en qué estado
entró en la cárcel condado de Dona Ana y en qué estado salió.
Entre tanto, le tocó luchar con una depresión que
antecedía al día de su detención. Perdió 22 kilos y le brotaron eccemas.
"Su salud mental se ha encontrado en serio peligro. Y eso continúa siendo
así hasta hoy", ha explicado su abogado, Matt Coyte.
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